Leonidas Irarrázaval

Cruceros sin rumbo

Un crucero de 14 pisos, 3.209 pasajeros y casi 1.000 tripulantes, encalló en una roca oculta entre la isla de Giglio y la tierra firme de Toscana, el 13 de enero último. Se trató del “Costa Concordia”...

Por: Leonidas Irarrázaval | Publicado: Martes 7 de febrero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Leonidas Irarrázaval

Un crucero de 14 pisos, 3.209 pasajeros y casi 1.000 tripulantes, encalló en una roca oculta entre la isla de Giglio y la tierra firme de Toscana, el 13 de enero último. Se trató del “Costa Concordia” uno de los mejores y más modernos barcos de la línea “Costa”, filial italiana de uno de los dos grandes conglomerados mundiales de cruceros.

Curiosamente, tres semanas después encalló en el roquerío artificial de la Avenida Perú de Viña del Mar, un pequeño velero, con seis tripulantes pertenecientes al Círculo de Navegantes de la Armada. Esta vez no hubo víctimas. En medio de los gritos de los paseantes, un carabinero de servicio sacó uno a uno a todos los ocupantes.

El “Costa Concordia” no se hundió. Todavía está allí aferrado a su roca, como una lujosa mole inclinada al estilo de la cercana Torre de Pisa.

Se han encontrado 16 cadáveres. Otros tantos se buscan ahora fuera del barco. Al mismo tiempo se empiezan a extraer los cerca de 4.000 litros de petróleo que cargaba en sus estanques. Si no se consigue este “vaciado” se contaminaría una de las costas mas turísticas de Italia.

La inmensa mayoría de pasajeros y tripulantes, se pusieron a salvo como pudieron. Algunos en los pocos lanchones salvavidas que se lograron bajar del barco inclinado. El resto, nadando en la oscuridad hacia la Isla Giglio que les quedaba más cerca que la costa de la península.

La mayoría de los pasajeros estaba en el comedor a las 9:45 AM. Sintieron nítidamente el golpe en contra del roquerío. Oficialmente no se anunció la gravedad y las causas hasta pasadas varias horas. El capitán mintió y ahora es juzgado por abandono del barco con pasajeros y tripulantes y por cuasidelito de homicidio.

Se encuentra en arresto domiciliario, pero seguramente su sentencia será más dura.

He viajado varias veces con la compañía “Costa”. Siempre me ha parecido correcta, eficiente y con tripulaciones simpáticas y alegres. Nunca dejaron de realizar ejercicios obligatorios de salvataje. Hasta en un crucero que partió de Buenos Aires en la tarde del 31 de diciembre. El simulacro se efectuó igual, justo antes de empezar las celebraciones de Año Nuevo.

En el “Costa” no se dio ningún aviso oportuno. Así se inició el pánico y los escapes enloquecidos de los sobrevivientes. Los cinco chilenos que viajaban allí están bien, de regreso en sus casas. Ahora esperan saber si su indemnización personal será US$ 18 mil, como les ofrece la compañía o de US$ 160 mil, como reclaman los abogados de oficio.

Los dos casos de naufragio son absurdos, el velero que se acercó a mirar a las paseantes de la Avenida Perú o el gran transatlántico que quiso tocar la sirena a los isleños de Giglio.

En todo caso, no debemos dejar de hacer cruceros si podemos hacerlo. “¡No existe mejor viaje para los mayores!” Nada de correr tras los buses, trenes o aviones. Sobretodo nada de hacer y deshacer maletas que es lo más antipático de los viajes. Las escalas no son obligatorias. A veces no valen la pena. Es mejor quedarse en la piscina media vacía de gente con un buen trago en la mano.

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